Apoderados a Juntas Generales
Los pueblo de Bizkaia enviaban a las Juntas sus
representantes: quiénes eran estos y la forma de su elección y las condiciones
que se exigían para ser Apoderado podemos fijarlas a partir del siglo XVI.
La primera noticia fidedigna la tenemos en la
ejecutoria de 1549 y en una petición hecha el 27 de Enero de 1596; por ella se
echa de ver lo que eran dichos Apoderados. Se pidió que ordenase y estableciese
por ley que cada vez que se celebraran Juntas Generales acudiesen de cada
anteiglesia los hombres más entendidos, sabios y ancianos y no precisamente los
Fieles.
El corregidor por auto del 21 de Agosto de 1630,
efectivamente, mandó que los municipios enviasen a la Junta General personas de
la mayor autoridad sin atender a que fuesen Alcaldes o Fieles o no. Después por
junteros o apoderados de las anteiglesias se nombraba a los idóneos y capaces que
hubiese en cada república, pero que supieran "romance" (castellano)
leer y escribir de manera que entendieran lo que en la Junta se trataba y se
pudieran explicar para conferir, decidir, tratar o discutir lo que en ella se
ofreciesen con apercibimiento de que lo contrario se perjudicarían los
municipios respectivos bajo la pena de cuatro ducados según se dispuso el 2 de
Noviembre de 1627. Estos Apoderados tenían que ser vecinos de la anteiglesia
que representaban. En la Junta de 1628, curiosamente habiendo dudas de que los
Apoderados de Deusto y Etxabarria fueron vecinos de tales municipios se les
obligó a que juraran que durante los tres años últimos recibían cada uno por su
parte los sacramentos en su anteiglesia respectiva. Tampoco podían ser admitidos
como Apoderados por dos repúblicas a la vez; caso que se presentó en la Junta
General del 11 de Enero de 1628 cuando uno mismo dijo ten poderes de Erandio y
de Sondika. Con el tiempo y como las Juntas Generales se Celebraban en Épocas
en que al Apoderado no le convenía abandonar los trabajos agrícolas de su
propio caserío, se estableció la figura del sustituto que tenía que ser
responsable de su propia función supeditada a lo que le aconsejara el Apoderado
de quien era portavoz. Hubo distintos pareceres sobre la forma de otorgar estos
poderes que muchos alcaldes trataron de suplantar. Lo que no tiene dudas es que
en la Junta General del 2 de Diciembre de 1814 se patentizó que no siempre se
obró correctamente en este sentido, pero no había forma de solucionar
inobediencias e incapaz citaciones retrospectivas.
Corremos el peligro de que al enumerar a los
Apoderados por Sopelana que a continuación insertamos, veamos sólo una lista de
personas cuyo nombre nada nos dice, e incluso al ver repetido a un mismo Apoderado
pensemos en que pueda ser involuntario error de transcripción. Sin embargo así
como nos honramos en haber propuesto la lista más completa posible de los
Alcaldes que fueron enteros responsables de la vida de su municipio durante su
correspondiente mandato, todavía mayor importancia tuvieron los Apoderados cuyo
dictamen gozaba de mayor repercusión, puesto que los asuntos en los que
intervenían eran a nivel de todo el Señorío.
El más antiguo Apoderado de Sopelana en las Juntas
de Gernika que he encontrado en mis investigaciones sobre las actas de aquellas
tradicionales asambleas boj el sangrado Roble es Martín de Unybi (si) que de
los apellidos más antiguos de la anteiglesia de Sopelana y que en las referidas
actas aparece ya en 1558, sucediéndole Juan y Otxoa de Gana en 1559, al tiempo
que un tal doctor Puerto hace sus veces en 1560 y a éste le sucede en 1561
Pedro de Larragoiti. En 1562 Martín de Zaldua y Pascual de Otazu. Los apellidos
Argaluza, Bareño, Aresti y Aretxabaleta los portan diversos apoderados en los
intervalos en 1560 a 1577 en el que nos congratulamos en consignar a Andrés de
Sopelana, maestre, Apoderado de Sopelana conjugando así al topónimo en su
sentido de patronímico y del nombre de la entrañable anteiglesia natal.
Larragoitia, Larraondo, Ibarra, Augasti de Atxondo, Mauraza, Ibarguren, Aldekoa
y Barrena son los apellidos de los que representan en Gernika a la Anteiglesia
de Sopelana hasta 1599, en el mismo dintel del siglo XVII González de Sopelana
; coincidencia que con la antes subrayada es digna de tenerse en cuenta por
unificar apellido y denominación local. Por fuerza de sinceridad debemos
avergonzarnos de la actitud de Gonzalo de Bareño que en la Junta General de 15
de Julio de 1609 no pudo subrayar las actuaciones de la asamblea con su firma,
pues no sabía escribir, Estaba en el mismo caso que los que los representantes
junteras de Deusto, Gamiz, Urduliz, Gorliz, Lejona, Sondika, Gatika, Getxo y
Berango, pero estuvo al quite don Luis de Butron precisamente patrón Divisero
de Sopelana que hizo sus veces. En la Junta General de 10 de Julio de 1618
despidieron al procurador de las Enkartaziones y para elegir a su sucesor por
el bando Oñacino, según costumbre todos los Apoderados de dicho bando fueron
poniendo el nombre de su anteiglesia en cedulitas que se fueron metiendo en
bolitas de plata. Habiendo puesto todas las cedulitas de la parcialidad
oñacina, que eran cuarenta, el Corregidor las introdujo en una caja de nogal
con su cubierta y llave y luego de revolverlas dentro de la caja, las puso
sobre una mesa, las volvió a revolver y las echó a una caja en las que otra vez
las resolvió una vez contadas, sacando la suerte un niño y salieron como
anteiglesias colectoras del nuevo procurador de las Enkartaziones la de
Sopelana, Gorozika e Ispaster. Los apellidos Landaeta, Sertutxa, Baraona,
Zugasti (el Apoderado por Sopelana a la Junta de 4 de Octubre de 1644 votó para
que se hiciera una vuelva fogueración), Zalduondo y Basurto se entremezclan en
la lista de Apoderados. Tenemos la suerte de ver que antes, en 1625, aflora la
figura de Gonzalo de Sopelana y Bareño de quien pudiéramos hacer el mismo
comentario que el de sus antecesores del propio apellido. Dolora, Rigoitia,
Zurbano, Lezeta, Artaza, Aretxabaleta, Sustatxa, Zugasti, Bidaurrazaga, Zaldua,
Manene, Zabala, Arnabar y Otaza se inscriben por derecho propio en esta lista
en la que el 12 de Septiembre de 1662 aparece como apoderado Antonio de Luiando
Butron y Muxica, de la familia de los patronos Diviseros. Le seguirán
Apoderados apellidados Amezaga, Okariz, Asua... hasta que el 5 de Noviembre de
1680 encuentro a Rafael de Sopelana y Zugasti representando a su anteiglesia
homónima. Goikoetxea, Artazatorre, Monteano y Atardui suceden a aquel en su
cargo que vuelve a ocuparlo en 1686 y a quien le sigue otra vez Rafael de
Sopelana y Zugasti. Sancho de Txanbarri, Francisco de Dortina, Domingo de
Zumanena, Ortiz de Belasko, Matías de Arana, Gabriel de Urrutxurtu, Bruno de
Yurrebaso, Antonio de Larrinaga, Juan de Soltura, Agustín Pedro de Mentxaka,
José de Arrarte, Domingo de Zubeagirre, Martín de Amezkarai, Juan de Mendieta,
Juan de Garaiza, Ramón de Borrondona, Juan de Iraola y Ramón de Uriarte
primarán entre los Apoderados que alcanzan el siglo XIX. Juan Bautista de
Zalbidea, Francisco de Atxalandabaso, Manuel de Eguzkiza, Vicente de Ondiz,
Juan Bautista de Gobela, José María Castaños, Domingo de Altunaga, Andrés de
Goiri, Francisco Antonio de Sarria y Víctor de Ansoleaga cubre otro medio siglo
en la lista de Apoderados por Sopelana hasta 1868 en la que forma parte la
recia personalidad de son Francisco de Aio. En 1877 lo es José Manuel de
Kandina y Guachier que alcanzará la agonía de esta institución que se vio
tronchada como un árbol por una galerna ese mismo año, siendo Apoderado José
Agustín de Eguskiza y Aranbalza.
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