jueves, 11 de septiembre de 2014

Historia de Sopelana (Sopela), IV

Cuarta entrega de la historia de Sopelana, sacada de www.osakidetza.euskadi.net


Visicitudes históricas


El Libro más antiguo que he encontrado en el Archivo Municipal del Ayuntamiento de Sopelana es uno, de cubiertas de pergamino fuerte, bastante estropeado; cuyo primer folio, desprendido, comienza con las palabras "Lo que correspectivamente..." en el que la fecha de encabezamiento está fijada en Gernika el 15 de Marzo de 1759, si bien el primer acta es del domingo día 20 de Marzo de ese mismo año de 1759, siendo Fieles Regidores Juan Bautista de Dobaran Larrondo y Antonio de Arnabar.
En el folio 2 se dice que este libro lo proveyó el señor Teniente General de este Muy Noble y Muy Leal Señorío de Bizkaia y da la impresión de que es el primero que se llevó en el Ayuntamiento como tal.
En 1753 con dineros adelantados por el presbítero Juan Bautista de Manene se erige la casa venta o taberna que era la principal fuente de ingresos del Municipio. Se asienta como primeros gastos los 44 reales de vellón que se entregan al Apoderado que en nombre de Sopelana acude a las Juntas Generales de Gernika.
En 1753, sobre el arbitrio de la sisa del vino clarete de la Rioja que se expende en la taberna, se ganan 640 reales, a razón de 8 maravedíes por azubre. Se hizo novena y rogativa en la ermita de San Andrés de Meñakoz.
El día de San Pedro la Corporación acudió a la misa solemne, según costumbre, y por el "predique", que estuvo muy lisonjero con los ediles, se le dieron a un cura forastero 60 reales, cantidad excepcional si decimos que el secretario del Ayuntamiento cobraba 66 reales al año.
El mayorazgo de Basurto, Etxebarria y Castaños en la persona de su administrador Nicolás Antonio de Zeberitxa entabló pleito contra Pedro de Basaldua, vecino de Getxo, por amojonamiento indebido del monte "Zugastizapatarietxe" ubicado en Sopelana, actuando de escribano Bernabé Oleaga.
Había días establecidos para reparar y componer los caminos, desde el Camino Real que va de Urduliz para la Anteiglesia de Berango; además de los puentes, calzadas y caminos carretiles, limpiándolos de malezas y zarzas. Hay una premonición en el texto en que se trata de esta materia como si Sopelana intuyera que iba a ser un pueblo cosmopolita veraniego, porque ya como razón para estas reparaciones y arreglos se dice que las veredas serían muy estrechas, para lo cual trátase de que se corte la vegetación por ambos lados para que no estorbe a las cabalgaduras y que no se quejen tampoco los transeúntes.
El Teniente General don Francisco Rojo Gómez revisó el 2 de Mayo de 1759 el libro de cuentas del Ayuntamiento de Sopelana (desde 1752 a 1758) y las aprobó, dado que --efectivamente-- en años sucesivos se fue llamando a cuantos fueron Fieles Regidores desde 1750, para que dieran cuenta de su gestión. Dicho Teniente General dejó muy concretado uno de los deberes de los Fieles que era el de no permitir gitanos, vagabundos, ni otras gentes ociosas, sospechosas y del mal vivir y tampoco en las tabernas de dicha Anteiglesia juegos de naipes.
Las reuniones de la Corporación se celebraban en el cementerio, sito en el pórtico de la iglesia. La tradicional forma con que se encabezan las actas es "en el zemintteerio"... según y en la forma que tienen de juro y costumbre, siendo para el efecto convocados a son de campana tañida.
Por primera vez en 1759 se especifica que abundan zorras en la jurisdicción. Han matado a ocho.
También ese año, el que fue maestro cirujano Antonio Bernardo de Nabarro, entabla pleito a la Anteiglesia pretendiendo que ésta le debía y el procurador Joaquín de Elorrieta.
El Teniente General den Manuel Juan de la Parra en 1764 revisó el libro de cuentas del municipio y se asombró de las excusas por las que se gastaba dinero en refrescos y banquetes y mandó que no sea gasto de la Corporación en lo venidero el de las bibildas, comidas y otras liberalidades y, si se hacen, que las abona en los particulares de su bolsillo. Ordenó a uno de sus Ministros entregar ese libro de cuentas personalmente en el municipio para no dar lugar a decir que se había extraviado y al portador se le dieron de propina 6 reales. Para evitar que se presentara una misma zorra en diferentes municipios alegando que en sus cercanías había sido matada y así cobrar una gratificación en varias anteiglesias a la vez, dicho Corregidor ordenó que en lo sucesivo se expresase el nombre de las personas que habían cazado a los animales dañinos y en qué parajes. El primero a quien se nombra es a Antonio de Basangoiti, vecino de Sopelana, que mató dos zorros.
Detalles de contabilidad municipal se prestan a diversas interpretaciones como la de que al tamborilero que amenizaba la fiesta de San Pedro se le dan 30 reales, casi la misma cantidad que se gastó para comprar las plantas de 16 encinas que se alinearon frente a la casa taberna en 1765.
Volvió entonces a decretarse un máximo cuidado de los caminos y se tomó la determinación de señalar a cada vecino por qué trozos de los mismos debía velar. Se enlosa el cementerio y los jornales pagados a los canteros que con bueyes y carros trajeron las piedras ascendieron a 98 reales, más otros 18 que costaron las medias azumbres de vino que se les dieron.
Continuamente aparecen cuentas de los plantíos de árboles en los montes comunales y se hace referencia a que de tales plantíos se lleva exacta cuenta que se presenta ante el Fiel de Portugalete.
Sopelana asiste como miembro de Derecho a las Juntas de la Merindad de Uribe que se convocan en Mungía y de las que apenas se dan noticia en las actas de sesiones que hemos consultado.
El reloj de sol o cuadrante puesto en la torre de las campanas y que costó 37 reales y medio está allí desde 1765. Superfluo sería decir que esa cantidad la pagó el Ayuntamiento del dinero recolectado en la taberna que ese año proporcionó 819 reales de ganancias. En la misma taberna había un cepo con llaves y se le dotó a ese establecimiento de un huerto para lo cual se quebrantó un campo vecino virgen. Parece ser que un arriero se había quejado de que le pagaron poco por el vino que trajo en menos cantidad que la que él pensaba, aduciendo que eran menos litros que los por él señalados. Para afinar las pesas se requirió la presencia del perito agrimensor Ambrosio Zalduendo que comprobó que, efectivamente, eran correctas.
Se rescata en 1767 un cadáver en el pequeño puerto de Meñakoz y se hace su entierro y funerales a costa del municipio.
En 1767 también señalase a cada hoguera cuánta argoma puede cortar en adelante en los montes comunales para hacer basura para la cultivación de sus campos y sembradíos.
Entonces, alarmó a la feligresía de Sopelana una Pragmática que se copia en las actas de sesiones del Ayuntamiento ocupando desde el folio 37 al 46 con el texto del Rey Carlos III aboliendo a los Jesuitas, prohibiendo su establecimiento en España en tiempo alguno.
En 1768 se establece otra vez el nombramiento de un Apoderado (al que se le abonan 8 reales) para que acuda a la Junta de la Merindad de Uribe en Mungia. Al lado de esta nota, hay otras curiosas como la de que al cura párroco don Simón Antonio de Zalduondo, que por lo visto era buen cazador, se le gratificó con 24 reales por dos zorros mayores que mató durante una cacería por los montes de la jurisdicción de Sopelana que precisamente el año de 1768 se revisaron, poniendo mojones en los linderos con Berango, en cuya ocupación se invirtieron tres días. A Juan de Aldekoa "sumamente pobre" a quien se le había quemado la casa de Zabala, para levantarla se le auxilió con 539 reales. Otros 285 se presupuestaron para obras de reparación "en la ermita de Santa Marina, de la Anteiglesia de Urduliz por tener obligación de hacer los reparos de dicha ermita entre esta Anteiglesia y la expresada de Urduliz por hallarse en la inmediación de ambas".
En 1770 las ganancias que da la taberna ascienden a 1.470 reales que se destinan inmediatamente a la reparación y perfeccionamiento de los caminos. A su vez se trae de Markina en caballería "txirpia" de roble que se planta con la formalidad debida en el vivero de la anteiglesia. Costó 343 reales.
En 1771 se construyó un puente en el camino entre Urduliz y Getxo.
Se destinan el 16 de Febrero de 1772 para librar a un infante o soldado de infantería, que tocó a Sopelana según la regulación que se hizo para el servicio militar por los señores de la Diputación General, 3.057 reales y 12 maravedís.
Recordemos que tenía Sopela pleito con Barrika sobre a qué Anteiglesia pertenecía la ermita de San Andrés de Meñacoz, en el cual al abogado se le facilitaron 400 reales. Aun pobre que mendigaba por Sopelana se le condujo a Berango de donde era natural y se le dieron 7 reales. Hubo también ese año entablamiento de pleito del vecindario en general de Sopelana por asunto de mojones, pues Antonio de Kortina acusó a quienes habían colocado piedras-lindero en un robledal de la jurisdicción de la anteiglesia que nos ocupa, actuando de escribano Antonio de Eznarrizaga.
Son años de incendios de caseríos y siempre es la Corporación la que fomenta la reconstrucción de los mismos; así en 1772 el caserío de Arnabartxu e en 1773 el de Urtiena. Al derribarse uno de los molinos también ampara la obra del nuevo. Este mismo año las arcas municipales acusaron el ingreso de 1986 reales, producto de lo ganado en la taberna que se ponía en arriendo en 12 ducados.
En 1774 para contribuir a la vereda de Orduña se recarga en 4 maravedíes el precio de cada azumbre de vino. Se efectúa una rogativa a la ermita d de San Andrés y se acuerda construir dos campanas cuyo metal lo proporciona Antonio de Kortina.
El arcón que servía de archivo parece insuficiente y el domingo día 12 de Febrero de 1775 se acuerda hacer un auténtico archivo para custodiar los papeles y documentos de Sopelana en la misma iglesia parroquial y se encarga de la obra Francisco de Bareño por 141 reales. No se dice para quién eran las tres llaves con que se cierra su puerta. Pudiera ser, una para el alcalde, otra para el párroco y la tercera para el escribano o secretario. Ninguno de los tres podría tener acceso al Archivo sin la presencia de los otros dos. Se ordenó oportunamente la recogida de todos los documentos pertenecientes a la Anteiglesia de Sopelana que se hallaban en el Corregimiento a fin d de archivarlas.
Al hablar de que por Semana Santa al mayordomo de la Cofradía del Santísimo se le da un pellejo y cuatro cántaras de vino, se dice que esto "ha sido costumbre". Se vuelve a enlosar el pavimento del cementerio a cuyo efecto se sacaron a subasta las obras, poniendo en el tablón de anuncios a la puerta de las parroquias vecinas el oportuno edicto, con las condiciones para el que quisiera acudir al remate de las sepulturas.
El 25 de Febrero de 1776 se litiga ante el Corregimiento contra Ramona Manene por escándalo público, ya que siendo soltera se le halló embarazada y presumiendo de ello.
Se prohibió talar los montes y se construyó el puente de junto al molino de Ibarrekoerrota (que costó 54 reales) a lo largo del año 1777. También se vuelven a destinar unos reales para la reparación de la ermita de Santa Marina, "a una con la Anteiglesia de Urduliz". Se compran balanzas para la casa taberna y se hace en ella anexo un pesebre para las caballerías.
El 27 de Marzo de 1779 revisa el libro de cuentas el Teniente General Carlos Pérez Meré. Hay una partida en Enero del siguiente año de 770 reales para Juan Antonio de Urretxaga, al objeto de que levante la casa de Ibarra, de la que se dice que es "notoria" en esta Anteiglesia. Se habla o por primera vez de la festividad de San Antonio de Padua y del día subsiguiente.
El tratamiento que se da a cuanto se relaciona con la casa taberna se agudiza el año de 1781, pues se dispone que se guarden las medidas del vino en un cajón con cerraja y llave. Eran medidas de metal de medio cuartillo y dos de cuartillo que las habían afinado en Bilbao, para lo que se destinaron 32 reales.
Los asuntos de límites de heredades y fincas repercutían, no sólo sobre los municipios, sino sobre os particulares, es el caso de la demanda de interdicto promovida en 1870 por don Juan Manuel de Ansoleaga vecino de Sopelana contra Fermín Elorrienta por asunto de límites de sus posesiones.
El 2 de Abril de 1892 la sesión del Ayuntamiento se limitó a tratar de la adquisición de un trozo de terreno para cementerio, dado que el que existía era de poca capacidad; que se adquiere junto a la casa llamada Palacio, propiedad de don José Luis Uriarte, vecino de Getxo. Dicho señor ofreció 32 estados superficiales de a 49 pies cuadrados, perteneciente a la misma casa, lindando por la parte norte con el cementerio viejo. El 3 de Septiembre del citado año de 1892 se comunica la vacante del puesto de médico que lo ocupará por dos años don Joaquin Aznar, cuyo sueldo es de 750 pesetas anuales, pagaderas de los fondos municipales por semestres vencidos.
El 20 de Abril de 1893 la sesión municipal trató de la edificación de una escuela de niñas de nueva planta y habitación para la maestra, que lo es a la sazón Juliana Beaskoetxea, quien advierte que no se puede continuar dando clase en las condiciones en que entonces lo hacía. La descripción del mal estado de ella lleva al ayuntamiento a decidir, efectivamente, la construcción del nuevo edificio. Las obras susodichas se iniciaron por decisión de la Junta Municipal de 27 de Abril, encargándose de ellas José Bilbao y Lopetegi, vecino de Getxo.
Con fecha de 2 de Octubre de 1894 el alcalde don Juan José de Bilbao comunica al pleno la carta que le ha enviado el director de la Escuela de Segunda Enseñanza y Náutica establecida en el colegio de San Fernando de Algorta, en el sentido de que se ha incorporado al Instituto de Bilbao, donde en lo sucesivo habrán de examinarse sus alumnos; lo cual es también una garantía por la exigencia que dicho tribunal hará a sus alumnos que hasta el presente habían obtenido las mejores calificaciones. Solicitaba de la Corporación de Sopelana una subvención; pero, teniendo en cuenta que los alumnos pagaban por su enseñanza, denegó tal ayuda económica toda vez que las arcas municipales estaban ahítas de prestar otras ayudas análogas.
El 1 de Abril de 1922, en la toma de posesión del Alcalde José Elorriaga se anota en el acta correspondiente la siguiente fórmula: "¿Juráis por Dios y por los Santos Evangelios ser fiel a su Majestad el rey Alfonso XIII y al cumplimiento de las leyes, conduciendo bien y fielmente en vuestro cargo?. ¡Sí, juro!. -Pues, si así lo hacéis, Dios os lo premie y, si no, os lo demande".

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