domingo, 3 de abril de 2016

Sopelana en los libros II

Segunda entrada sobre la aparición de Sopelana en libros descriptivos de viajes o pueblos. La primera fué sopelana en los libros I.
Esta vez son también dos libros o revistas.
La primera es una revista, "Vida vasca" de 1930 el nº 7. En la página 117 aparece Sopelana:

Sopelana en los libros (Sopela)
Transcribo lo que pone (para que se pueda encontrar en búsquedas por Internet).


SOPELANA: ¡Qué bellísimos ideales encierran los atardeceres de Sopelana!
Lejos de la ciudad y de los caseríos montañeses el cielo azulado del mediodía, se torna al anochecer, como una llamarada de luz de magnesio.
Las esplendentes estrellas aparecen en el espacio, mientras en el campo silencioso, unas pobres luces dan a entender las soñolientas fatigas de la vida.
No sabemos qué admirar más en las lejanas sombras de los atardeceres.
Si la religiosidad y honradez a toda prueba, del firmamento apacible o el vigoroso "organismo" crepuscular que tiene nostálgicas quimeras de loable admiración.
La tarde al declinar sus fuerzas y las luces, que han surgido hasta aquel momento, de apagan en forma de tiniebla, dando al paisaje primaveral la impresión de un remolino, que parece quiere acariciar a las aguas del tenebroso mar, que se pierde en la lejanía.
El mar, grande, inmenso, se contempla en toda su grandiosa extensión; pareciendo decir un adiós a los encantos y maravillas que encierran las incomparables montañas vascas.
¡Qué magnífico panorama suman el mar y el cielo, dejando a un lado el paisaje de la ciudad!
Ese mar, terso, tranquilo, sosegado tiene cierta semejanza con el marino que retornó a su tierra llena de nobleza y lealtad.
Dejad, mientras contempláis los atardeceres de Sopelana, que los vientos de la costa amortigüen el oleaje de la tempestad.
Esa neblina del firmamento a lo lejos del ambiente marino, parece un torbellino, que huye de la tierra en busca de grandezas ignoradas, como los sueños de los niños, que creen tener todo cerca, muy cerca y al ir a cogerlo se dan pequeña cuenta de que está lejos, muy lejos.
Las bellezas del paisaje vasco, con sus riachuelos serpenteando en maravillosos dibujos, sus arboledas siempre verdes y siempre húmedas, los declives graciosos de las montañas, el tapiz verdoso extendido a la anchura del campo y los arbustos y ramajes que serpentean, por los estrechos caminos son todo ello, como el mirador que contempla la maravilla incomparable del paisaje marino.
Dejar el pueblo, dejar las costumbres de clásicas leyendas, es triste, muy triste, pero tiene su razón de ser y el mejor estímulo cuando en uno de los atardeceres del verano, bogamos para lejanos países en busca de francos ideales mientras en la plaza del pueblo, suena, con estrépito, el eco vibrante del tamboril.

Y este otro artículo, la verdad, no sé de dónde lo he sacado pero es de 1971:

Sopelana en los libros (Sopela)

Aquí también transcrito (ufffff):

SOPELANA: A 21 kilómetros de la capital por la carretera de Munguía, y en la línea del ferrocarril eléctrico Bilbao-Algorta-Plencia, se encuentra Sopelana, un pueblo que limita al norte con la blanca espuma del cantábrico. Su estratégica situación y la provilegiada geografía de su enclave, le convierten en el verdadero "pulmón de Bilbao", y así la construcción de apartamentos, chalets o edificios de carácter veraniego va en aumento.
Sopelana cuenta en la actualidad con 2500 habitantes, si bien en la estación veraniega la cifra supera los 9000. Este dato refleja por sí solo la belleza e importancia de sus tres playas: Cala de Meñacoz, Central y Salvaje. La primera fué atalaya y fondeadero de balleneros en los siglos XV y XVI, y la última dispone de servicios de salvamento y socorrismo completos.
En las zonas denominadas "Iturralde" y Zabalache" existen dos yacimientos  correspondientes a los períodos microlíticos y asturiense, cercanos a Meñacoz.
Todo el término podríamos decir que es un paraje encantador y pintoresco. Además de las tres playas citadas, el pinar y la colina de San Andrés, junto a la antigua capilla de trazo románico; el parking de Arrietara, en la misma orilla del mar el mirador de Munarri; el largo paseo de Casarreina, entre laderas de piedra, campo y bosques, la venerada ermita de Santamarina, con su bellísimo mirador entre rocas, son, entre mucho, lugares muy frecuentados por los propios vecinos y visitantes, en los que la belleza del paisaje es esencialmente sublime y singular. 

Los vecinos de Sopelana viven principalmente de la agricultura. Sus productos básicos, cultivados en una extensión de terreno de algo más de 100 hectáreas, son alubias, leche, maiz, hortalizas, patatas y frutas, destacando entre éstas las afamadas peras, fresas y manzanas.

Por otra parte, su proximidad a Bilbao y las estupendas comunicaciones que la unen con la capital, tanto por carretera como por vía férrea (cuenta con dos estaciones de la línea del ferrocarril Bilbao-Plencia, la de Larrabasterra y Sopelana), hacen que la instalación de industrias en el término vaya también en aumento, y ya funciona en la localidad varias factorías del ramo de la metalurgia y de química de plástico, en las que trabajan más de un millar de personas, en su mayoría vecinos de la localidad.

Al creciente desarrollo que en la actualidad experimenta la villa y que, como consecuencia transforma la población de una forma paulatina, pero optimista, hay que añadir también los esfuerzos de la Corporación Municipal para lograr que Sopelana crezca no sólo demográficamente, sino también en comodidades, belleza, elegancia y limpieza. Este es el enfoque que los miembros del Concejo han dado ha cada uno de los proyectos concebidos para mejorar la localidad. Un enfoque no sólo de presente, sino también de futuro. Las últimas obras llevadas a cabo recientemente en el Municipio hablan por sí solas. Obras como han sido la reparación general de calles y nuevas aperturas de vías públicas con arreglo al Plan de Ordenación urbana, la nueva red de abastecimiento de aguas a domicilio y de saneamiento, la instalación de alumbrado público en cada una de las calles de la villa, etc.

Esto por lo que se refiere a problemas ya resueltos. En lo que se refiere a necesidades aún sin paliar, el Ayuntamiento fija toda su atención estos días en ultimar el urbanismo y  saneamiento de todas las zonas del término y en conseguir que la Compañía Telefónica renueve las actuales instalaciones que comunican Sopelana con la capital, y la instalación de teléfono automático entre la villa y Bilbao, tema éste de gran interés, no sólo para los vecinos de Sopelana, sino también para los miles y miles de vizcaínos y de españoles que, principalmente en los meses estivales, se trasladan a la villa a disfrutar de su clima, de sus playas y de su paisaje.

Poco se sabe de los tiempos primitivos de la villa. Sopelana quiere decir "Altura pelada". Sin embargo, no fueron los veraneantes quienes descubrieron las condiciones climatológicas de la población. Dos grandes etnógrafos y arqueólogos vizcaínos afirman que hace unos 12000 años, una tribu o clan se asentó en el lugar, a la orilla del Cantábrico, fundando una factoría dedicada a la manufacturación de silex, fabricación de buriles y "picos asturianos", los que por su cambio-venta les proporcionaban alimentos, además de ser útiles idóneos para el fácil desprendimiento de los gigantescos moluscos adheridos a las rocas que había en aquella época.

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